¿Alguna vez habéis escuchado a alguien afirmar "Sentirse español no tiene que ver con ideologías, sino con algo que llevamos dentro y bla bla bla..."? Es algo asombroso. Me asombra que alguien pueda mantener semejante contradicción. ¿Qué hay más ideológico que sentirse parte de una ficción? Porque si lo pensamos bien ¿qué es España? ¿Qué es Francia? ¿Qué es Yugoslavia? Son ficciones, ficciones útiles. Todos hablamos la misma lengua, todos vivimos en una zona geográfica cercana y tenemos las mismas costumbres. Si nos unimos podemos hacer cosas que por separado no podríamos hacer. Podemos defendernos de otros que no hablan nuestra lengua, podemos atacarles y obtener sus recursos , podemos ganar campeonatos deportivos que por separado no conseguiríamos ganar...
Ser de España es poco más que una casualidad. ¿Qué habría pasado si la reconquista no hubiera salido bien? Probablemente España como tal no existiría, ni los españoles ni ese sentimiento españolista que emboba y atonta a muchas personas. No hay nada más arbitrario y más intuitivo a la vez que el sentimiento patriótico. Es arbitrario porque es algo que nos hemos inventado a lo largo de siglos y que hal final nos hemos creído. ¿Qué tengo que ver yo con un chaval de Ourense? ¿Qué tengo que ver con Pepe el de Burgos? Nada, no me une nada a él. Pero creamos una ficción llamada "España" que nos une, que nos da cohesión, que hace que nos coordinemos y colaboremos, que nos es útil, pero nada más, es solo eso, una ficción útil, no existe nada detrás. Bueno sí, existe un sentimiento, ese sentimiento ¿de dónde viene?
Os voy a decir de dónde sale, de nuestra historia como animales. Hace miles de años cuando de repente en África empezaron a desaparecer las selvas por un cambio climático en todo el continente los primates se tuvieron que adaptar a grandes sabanas en las que solo había hierba, grandes herbívoros y por tanto grandes carnívoros que suponían un gran peligro para los primates. Esos primates se agrupaban en grandes grupos para cazar y sobrevivir. Solo los que colaboraban y se coordinaban sin matarse entre sí sobrevivían, y hoy, cientos de miles de años después jugamos al mismo juego. Nos unimos y nos sentimos parte de un grupo más grande, y eso nos produce sentimientos agradables, irracionales, pero agradables, ese sentimiento de unión tan poderoso que llevamos en el ADN es el sentimiento patriótico adaptado al mundo de hoy en día.
Así que sed pragmáticos, pero pragmáticos valientes, no os sintáis bien porque sois españoles, sentíos bien por vuestra pareja que os quiere y os cuida, por vuestros amigos que os apoyan y comparten su vida con vosotros, por la música y el cine que encontráis, por las ideas interesantes que otros os ofrecen..., sed valientes y no os dejéis engañar por ese sentimiento patriótico que tan a menudo ha provocado guerras, que es ilógico, irracional y -a día de hoy- ciertamente peligroso.
Este pragmatismo valiente es el que adoptamos muchos ateos. Los creyentes a menudo abrazan ciegamente sus creencias -católicas, islamistas, hinduistas, budistas...- a sabiendas de lo irracionales que son. Las abrazan ciegamente sin hacer caso a su cabeza, las abrazan ciegamente porque les hacen sentir bien. Os animo a adoptar un pragmatismo valiente, somos animales, nadie nos creó, la probabilidad de que naciéramos era ínfima lo cual convierte nuestra existencia en un milagro. La probabilidad de sobrevivir cada día es ínfima, lo cual convierte cada día y cada experiencia en un milagro improbable, imposible, pero real. La vida es un hecho imposible, improbable y eso la hace algo raro, algo escaso, algo preciado, algo bello. A los creyentes les ayuda pensar que hay algo después, nada más lejos de la verdad, no hay indicios de ningún tipo para pensar que hay algo más allá después de la muerte. Probablemente la vida se acaba sin más, como una obra de teatro, como una pieza musical, como un poema, breve, bella e improbable. Adoptad el pragmatismo valiente, no os refugiéis en ficciones inútiles e irracionales, la vida y la muerte en toda su crudeza , al desnudo, son algo impactante, bello y misterioso.