jueves, 7 de marzo de 2013

Pragmatismo y belleza.


En algunas ocasiones he escuchado cosas muy bonitas que los poetas han dicho. He escuchado y leído cosas muy bonitas que los creyentes de diferentes religiones han dicho. En ambos casos he optado por cierto pragmatismo que mucha gente considera frío, carente de emoción, inhumano... 

Me explico, a menudo los poetas han hablado de las estrellas, el amor, la libertad, el arco iris y cosas así. Nos han emocionado con su meliflua poesía, con sus versos azucarados y su bella métrica. Han expresado lo que no se podía expresar sin agotarlo, ningún poeta pudo agotar el arco iris, ningún poeta pudo agotar el amor, ningún poeta pudo agotar la muerte, ni la libertad, ni las estrellas. Siempre apareció otro poeta para retomar ese tema y crear más poesía, más bella, menos bella, igual de bella ¿qué más da? En cuestión de poesía no está claro qué es mejor o peor. 

Sin embargo hay personas que han conseguido agotar algunas ideas que hasta hoy los poetas no habían conseguido agotar. Y diréis ¿a qué se refiere este chiflado con la palabra “agotar”? Agotar un tema es dejarlo tan claramente definido, tan bien descrito y explicado que no entraña ningún misterio. Los científicos han conseguido agotar las estrellas, el arco iris e incluso empiezan a agotar el amor -oh, el amor, es refugio de poetas, dramaturgos, pintores, músicos ...- (sobre el arco iris podéis leer un libro llamado “Destejiendo el arco iris” de R. Dawkins, muy recomendable). Sabemos qué es exactamente el arcoiris, sabemos de qué están hechas las estrellas y los planetas por la luz que reflejan, sabemos incluso si se mueven y si lo hacen alejándose de nosotros o acercándose. De hecho sabemos que el universo entero se expande porque todos los planetas, satélites y estrellas se están alejando de nuestro planeta. 

Algunos dicen que el hecho de explicar el arco iris, las estrellas o el amor ofrece una perspectiva fría y desapasionada de estos temas. Pero si nos paramos a pensarlo, ¿no es esta perspectiva emocionante? ¿No es útil y a la vez bella por los misterios que nos plantea? Es cierto que decir que “El arco iris es el arco de la bella amazona que robó mi corazón” es algo bonito -para según qué personas-. Pero ¿y la belleza de saber que el arcoiris que nosotros vemos en realidad son miles de versiones del arco iris? Sí, en realidad ese arco iris que vemos es algo que nuestro cerebro construye a partir de miles y miles de versiones del arcoiris, son las miles y miles de versiones que arrojan sobre nuestras retinas las miles y miles de partículas de agua que filtran la luz solar arrojando esa esplendorosa gama de colores sobre nosotros. ¿Y la belleza de saber que todo el universo se expande, que todo está en movimiento? ¿Y el misterio que este hecho implica? ¿No es algo sobre lo que los poetas podrían desarrollar miles de poemas? ¿No podrían miles de músicos describir el misterio que la descripción de las estrellas nos ofrece? 

Seamos pragmáticos, podemos seguir hablando de las estrellas o el arcoiris – o el amor- como grandes misterios aunque no lo sean. Pero es mucho más interesante, mucho más bello y mucho más útil hablar de los nuevos misterios que nos ofrece la descripción científica de esos fenómenos.