jueves, 31 de mayo de 2012

Moral, ética y humanos.

Se habla de la "moral" y de la "ética" en todas partes pero, como es habitual, suelen utilizarse ambos términos con poco rigor. Desde el punto de vista de un estudiante de Psicología (el mío), os voy a contar un breve esbozo y las preguntas que se nos pueden ocurrir partiendo de este punto.

Para empezar distinguiremos la moral y la ética. La moral suele referirse a los juicios que realizamos sobre una serie de acciones, pensamientos o personas. Hace referencia a estos juicios automáticos que parece que "nos salen solos", sin pensar. La ética hace referencia al razonamiento moral que desarrollamos de forma consciente y reflexiva sobre estos juicios morales. 
Ahora vamos a ver qué es un sistema moral. Un sistema moral es un conjunto de principios o premisas que pretenden no incurrir en incoherencias y sirven para categorizar hechos, pensamientos, acciones o personas como buenas o malas sin lugar a dudas. En general se distinguen dos tipos de sistemas morales, consecuencialistas y deónticos. 
Un sistema moral consecuencialista es aquel en el que los principios que guían los juicios se basan en las consecuencias. Por ejemplo, para decidir si matar a una persona está bien o mal, una persona que siga un sistema moral consecuencialista tenderá a basarse en las consecuencias del asesinato, si ese asesinato impide algo muy malo puede estar justificado, por ejemplo. 
Un sistema moral deóntico es aquel que se basa en principios deónticos, es decir, en normas rígidas como "matar está mal" o "impedir una violación está bien". 


Ambos tipos de sistemas pueden llevar a juicios morales absurdos como por ejemplo, si sigues la norma deóntica de "matar a un ser vivo con sistema nervioso central está mal", podrías decidir dejar escapar una diligencia que se dirige a un precipicio con 19 niños dentro que morirán si no matas de un disparo a los caballos. O podrías decidir que como las consecuencias a corto plazo de meterte un chute de heroína no son malas para nadie, es más, son buenas para tí (que lo son, vaya si lo son, un chute es un chute man) podrías llegar a la conclusión de que los niños se chuten heroína está bien.

En su libro "la mente moral", D. Hauser plantea muy a grandes rasgos que se han postulado tres tipos de "criaturas morales":

- Las criaturas kantianas: Son las que se rigen por sistemas morales deónticos.
- Las criaturas humenianas: Son las que se rigen por las emociones, es decir, si algo me hace sentir bien, está bien.
- Las criaturas rawlsianas: Son las que se rigen por un instinto moral, la máquina moral, un dispositivo que llevamos "de serie" y es el que hace que hagamos los juicios que hacemos.

Os cuento, en general no tenemos ni puta idea de por qué hacemos los juicios morales que hacemos. Todo lo que sabemos son las explicaciones que nos damos a nosotros mismos, pero parece ser que estas explicaciones tienen bastante poco que ver con los motivos reales por los que decidimos si algo está bien o mal. ¿Qué os parece? ¿Pensamos que las cosas están mal por una serie de valores culturales? ¿Porque llevamos un dispositivo que nos hace hacer juicios de forma relativamente automática? ¿Os molan más los sistemas consecuencialistas o los déonticos? ¿ Por qué? 

Venga, dadle a la galleta, que es un tema interesante.


domingo, 27 de mayo de 2012

Echando la mirada atrás...

No me gusta ponerme sensiblón ni abuelete, simplemene quiero lanzar una reflexión que me viene de forma recurrente al echar la vista atrás y observar mi comportamiento hace unos años, cuando era un trozo de carne impulsivo y sobre hormonado (no os ofendáis, yo era así en mi época en el bosco, no digo que vosotros lo seáis...bueno sí).

Recuerdo multitud de profesores, de incluso antes de llegar al bosco. En 3º de la ESO tuve un profesor en el instituto de Villarrobledo llamado "Octavio cuartero", el profesor se llamaba Octavio Pedrós Padilla. Él suspendía a mucha gente, era duro, pero justo. Recuerdo que gracias a él cuando llegué al Bosco y me tocó con María José (no recuerdo sus apellidos) iba sobradísimo. Hacía comentarios de texto muy bien, y eso hizo que en lengua hasta primero de bachiller me fuera genial. En segundo de bachiller me tocó una profesora (en el bosco) que era muy feminista, un comentario desafortunado hizo que me echara la cruz, me puso un 5, aunque en la pau saqué un 9,5. Recuerdo mi desdén hacia Jesús Carcelén, me caía fatal aquel profesor de mates al que llamábamos "Golum", y la profe de inglés, no recuerdo ni su nombre, pero no la tragaba con sus canciones de los Beatles. La profe de Latín y Griego, no recuerdo su nombre, solo íbamos a clase con ella Carmelo y yo, nos llevábamos a matar con ella, aunque sacásemos buenas notas. Mercedes era profesora de filosofía en primero, creo que durante una época pensó que yo era el que salía con su hija, pero no, era un compañero mío de mi pueblo y con mi apariencia física, que tocaba el saxo, mira tú por donde vaya casualidad, con ella aprendí lógica proposicional (aunque luego se me olvidó). Luego me tocó al capullo de Alberto Cuevas en segundo de bachiller, ese tipo hizo que espabilara un poco, cómo molaba el cabrón. Y por supuesto mi última profesora de Historia, una profesora que pasaba desapercibida, aunque hacía algunos comentarios en clase sobre la actualidad que tenían su aquel, pero en aquel momento no supe verlo, no recuerdo su nombre, pero era amiga de Mercedes.

Os digo todo esto porque, ahora, mirando desde la distancia tengo otras cosas que decir. Sobre aquel profesor del instituto de Villarrobledo, el tal Octavio Pedrós Padilla..., qué gran profesional, me metió en la espina dorsal el  gusto por el teatro, consiguió en plena adolescencia que me gustaran ciertas cosas que pocos aprecian.

María José, jajaja, qué gran profesora, suspendió toda la clase menos yo en 1º de Bachiller, y me daba clases a mí solo, aprendí tanto, tantísimo... Todos mis compañeros la odiaban (hasta cierto punto, conste), pero era porque no supieron ver la gran docente que era. Con la feminazi de 2º de Bachiller (María Jesús creo que se llamaba), bueno, con las feminazis nunca he tragado, ni entonces ni ahora, más por nazis que por feministas.

Con el profesor que más me arrepiento es con Jesús Carcelén. En aquella época yo era un completo imbécil, no supe ver la gran oportunidad de aprender matemáticas cuando me la ofrecía un profesional como era él. Era rígido, tenía sus cosas, sus métodos, pero si tuviera la oportunidad de tener clases con él a día de hoy lo haría, y aprendería todas las matemáticas que en ese momento (tonto de mí) no quise aprender. En sus clases me iba al Bailén a jugar a los dardos y beber cerveza.

Con las profes de inglés, en fin, como profesoras no me recuerdan nada, nada especial, solo que ahora, después de tanto tiempo resulta que me veo con la necesidad de aprender inglés porque sin eso no puedo tener trabajo. Y tuve años y años de oportunidades para aprender, pero de estas cosas te das cuenta ahora, cuando se te ha pasado la gilipollez del pavo, de fumar porros y de perseguir a chicas y explorar eso del sexo y esas historias tan hiper importantes para los adolescentes.

A mi profesora de Latín y Griego que huyó junto con mercedes a un instituto cerca de la estación de tren, le debo una disculpa, la traté de forma injusta. Estaba un poco loca, sí, pero hizo que supiera más latín y griego que la mayoría de alumnos de albacete. Mercedes siempre me cayó bien, aun mantengo un ligero contacto virtual con su hija, una chica que merece mucho la pena conocer.

Alberto Cuevas, en estos momentos probablemente le diría que es un relativista postmoderno de mierda, que no me hable de psicología porque le doy de hostias y demás, que el comunismo es de completos zumbados y demás, pero fue un buen profesor, nos enseñó a aprobar la pau, y entre medias algo de filosofía, lo cual es mucho más de lo que muchos otros profes hacen. Tomó iniciativas, aunque con el tiempo se cansó de ellas (nos dejaste tirados cabrón, esa te la perdonamos solamente porque nos ofreces música con toosoul).

Mi tutora de 2º de Bachiller (¿Pilar se llamaba? No lo sé) era una profesora de historia a la que me arrepiento de no haber prestado más atención. Hacía que la historia fuera no un simple relato lineal, sino un montón de sucesos interconectados que explicaban muy bien cómo funcionamos a nivel global, hacía comentarios sobre las reformas educativas, la economía sumergida, la reforma laboral..., recuerdo que nos dijo que éramos una generación a la que le iba a tocar defender con uñas y dientes los derechos que nuestros padres habían que tenido que sacar a punta de pistola a los cabronazos del gobierno. Qué gran razón tenía, qué de acuerdo estoy con ella, cómo me gustaría ahora hacer algunas preguntas sobre qué piensa sobre esto u aquello.

Sin embargo en aquel momento no supe ver todas estas cosas, solo pensaba en los colegas, en que el postureo adolescente, lo más importante, lo más prioritario, eran otras cosas, otras cosas que de hecho no tenían la más mínima importancia (si habías tenido sexo ya con una chica, si  le caías bien a esta o aquella persona, si te sentías parte del grupo..., todo giraba en torno a gilipolleces varias).

Por eso os digo, aprovechad todas las oportunidades que os dan, porque tan solo hace 4 o 5 años que yo salí del instituto, y ya me arrepiento de algunas cosas (no de todas, muchas cosas me encantaban). Aunque por nada del mundo renunciaría al derecho a equivocarme, sin equivocarme no hubiera aprendido y no podría contaros esto hoy.

Siento el wallpost, pero hoy tenía que recordar algunas cosas y disculparme con algunas personas, era una cita ineludible con mi pasado ;)

jueves, 10 de mayo de 2012

Valores de pelotas

¡Goooooool en las Gaunas! ¡Tri-tri-tri-tri-ple! ¡Home run! ¡Touchdown!

Ya desde tiempos antiguos los humanos han usado el deporte para diversos fines. En la antigua Grecia, lugar de nacimiento de las famosas Olimpiadas, los atletas (todos hombres, por cierto) de las distintas ciudades-estado competían entre sí para ganar la palma de olivo (o una manzana según otras fuentes) de la victoria y traer el honor sobre los suyos y la desgracia sobre sus competidores. Carreras, lanzamientos de jabalina y disco, salto de longitud, lucha,... Los helenos competían entre sí para demostrar que eran los mejores, jugaban para ganar y su único objetivo era la victoria.

Pero no sólo ocurrió en Grecia: de forma similar pasaba en Roma con los gladiadores y las carreras de cuádrigas y los torneos de los caballeros medievales; los aztecas tenían un juego en el que dos equipos se enfrentaban para hacer pasar una pelota por un aro colgado en la pared; los duelos a espada de la época romántica acabaron originando la esgrima. En la Britania medieval empezaron a formarse las primeras nociones del rugby, el golf, el fútbol, el quidditch...

La historia del deporte es una historia de competición, de lucha por derrotar al adversario y ser el mejor. Para aquellos pueblos que preferían no entrar en guerra (o no podían permitírselo), el deporte era una magnífica forma de ver quién era el mejor. Sin embargo, hubo un hombre que a finales del siglo XIX vio el deporte de otra manera: el Barón Pierre de Coubertain, padre de los actuales Juegos Olímpicos. Siguiendo la idea del famoso lema "Lo importante no es vencer, sino participar" (cita de Ethelbert Talbot y no de Coubertain), el barón promovió un deporte lleno de valores "positivos" como el trabajo en equipo, la "deportividad" (tal y como ahora la entendemos), el saber ganar y el saber perder, el fair play,... El objetivo ya no era ganar, sino disfrutar.

Pero, ¿es así el deporte actual? Dopaje, amaños, trampas, sobornos, primas y sobrinas, árbitros y jugadores insultados, comprados y /o agredidos, dedos en el ojo ajeno, peleas entre aficionados (algunas con trágico final),... ¿Qué deporte tenemos hoy en día? ¿Qué valores se dice que se ensalzan y cuáles se promueven realmente?

Por supuesto, los encuentros deportivos también sirven de entretenimiento para los ciudadanos no participantes, que sin esfuerzo ni peligro (esto último, sólo a veces9 pueden apoyar y animar a su ciudad/equipo/país/bando a grito pelado, pero esa parte os toca desarrollarla a vosotros.